Infraleves
“Lo posible es un infraleve” nos dice Duchamp, “la posibilidad de que varios tubos de colores lleguen a ser un Seurat es la explicación concreta de lo posible”[1]. Así pues, lo infraleve tiene lugar en ese espacio intermedio en que las cosas aún no han llegado a adquirir su forma definitiva: “Al implicar lo posible, el llegar a ser, el paso de lo uno a lo otro tiene lugar en lo infraleve”
Para ilustrar esta categoría de lo infraleve, Duchamp nos facilita un catálogo de infraleves entre los que encontramos;
- El sonido del roce de los pantalones al caminar
- El calor que queda en el asiento que dejas
- Un dibujo al vapor de agua
- El sabor a humo que queda en la boca al fumar
El mismísimo Duchamp es quien confirma nuestras sospechas: El humo es una sustancia infraleve. Y comoquiera que el humo es infraleve e infraleve es lo posible, el silogismo está servido.
El humo asciende consumando su discurso errático a través del espacio. Se apodera de los espacios intermedios y ensaya en ellos la inagotable potencialidad del vacío. Fantasea las formas de todo aquello que falta donde nada hay. Contemplándolo, comprendemos, de manera nebulosa, a Lichtenberg cuando definía el vacío como “un cuchillo sin hoja al que le falta el mango”[2], al cabo de un instante, el humo, en su fluctuante coreografía, cita a Malevíc haciendo del vacío un cuadrado blanco sobre fondo blanco y justo después nos hace ver en el vacío lo que Duchamp veía en el arte de Alexander Calder; “La sublimación de un árbol en el viento”[3]. La potencialidad de la nada es infinita, y si Bergson llevaba razón y la duración diferencia al juego estético quizá hayamos encontrado uno de los motivos del desvanecimiento del objeto artístico. Duchamp ya ha apuntado en su definición del arte de Calder, que este es un desvanecimiento por sublimación, entendida esta como el proceso físico por el cual una materia pasa directamente de su estado sólido a su estado gaseoso. Vapor de agua
[1] DUCHAMP, M. Notas. Tecnos
[2] PARIENTE, A. Diccionario temático del surrealismo,Alianza p.206
[3] PARIENTE, A.
Para ilustrar esta categoría de lo infraleve, Duchamp nos facilita un catálogo de infraleves entre los que encontramos;
- El sonido del roce de los pantalones al caminar
- El calor que queda en el asiento que dejas
- Un dibujo al vapor de agua
- El sabor a humo que queda en la boca al fumar
El mismísimo Duchamp es quien confirma nuestras sospechas: El humo es una sustancia infraleve. Y comoquiera que el humo es infraleve e infraleve es lo posible, el silogismo está servido.
El humo asciende consumando su discurso errático a través del espacio. Se apodera de los espacios intermedios y ensaya en ellos la inagotable potencialidad del vacío. Fantasea las formas de todo aquello que falta donde nada hay. Contemplándolo, comprendemos, de manera nebulosa, a Lichtenberg cuando definía el vacío como “un cuchillo sin hoja al que le falta el mango”[2], al cabo de un instante, el humo, en su fluctuante coreografía, cita a Malevíc haciendo del vacío un cuadrado blanco sobre fondo blanco y justo después nos hace ver en el vacío lo que Duchamp veía en el arte de Alexander Calder; “La sublimación de un árbol en el viento”[3]. La potencialidad de la nada es infinita, y si Bergson llevaba razón y la duración diferencia al juego estético quizá hayamos encontrado uno de los motivos del desvanecimiento del objeto artístico. Duchamp ya ha apuntado en su definición del arte de Calder, que este es un desvanecimiento por sublimación, entendida esta como el proceso físico por el cual una materia pasa directamente de su estado sólido a su estado gaseoso. Vapor de agua
[1] DUCHAMP, M. Notas. Tecnos
[2] PARIENTE, A. Diccionario temático del surrealismo,Alianza p.206
[3] PARIENTE, A.
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