Saturday, May 31, 2008

humo


El arte ha remitido, y la susceptibilidad estética, como el humo de un cigarro en una habitación, recorre el paisaje desartizado dibujando la estela de esta desaparición.
“Se perdió lo que habíamos amado. Estamos en un desierto. ¡Lo que tenemos ante nosotros no es más que un cuadrado negro sobre un fondo blanco!”. Con estas palabras conjetura Malevíc lo que debió pensar el público y la crítica ante la aparición de su pintura suprematista, que sin lugar a dudas constituye uno de los hitos centrales del proceso de desartización. Malevíc se refiere una y otra vez a su pintura como un desierto, como el resultado de la deserción de lo figurativo, de la representación objetiva de la realidad, que no considera decisiva. “Decisiva es en cambio, la sensibilidad; a través de ella el arte llega a la representación sin objetos, al suprematismo. Llega a un desierto donde nada es reconocible, excepto la sensibilidad”. La sensibilidad de la que habla Malevíc no es otra cosa que el juego de relaciones estéticas que edifican el sentido de la obra y que empiezan a ser consideradas el verdadero espectáculo.
Esta atención a lo que sucede por debajo de la obra de arte hace que los propios artistas vayan aligerando al arte de su instancia material con el fin de que pueda llegar incluso a transparentar ese suceso estético intestino. Tan infinitesimal llega a ser la presencia de lo artístico que, para advertirlo, se hace necesaria la aparición de la categoría Duchampiana de lo infraleve. “Lo posible es un infraleve” nos dice Duchamp, “la posibilidad de que varios tubos de colores lleguen a ser un Seurat es la explicación concreta de lo posible”. Así pues, lo infraleve tiene lugar en ese espacio intermedio en que las cosas aún no han llegado a adquirir su forma definitiva: “Al implicar lo posible, el llegar a ser, el paso de lo uno a lo otro tiene lugar en lo infraleve”
Para ilustrar esta categoría de lo infraleve, Duchamp nos facilita un catálogo de infraleves entre los que encontramos;
· El sonido del roce de los pantalones al caminar
· El calor que queda en el asiento que dejas
· Un dibujo al vapor de agua
· El sabor a humo que queda en la boca al fumar
Y c´est voila! El mismísimo Duchamp es quien confirma nuestras sospechas: El humo es una sustancia infraleve. Y comoquiera que el humo es infraleve e infraleve es lo posible, el silogismo está servido.
El humo asciende consumando su discurso errático a través del espacio. Se apodera de los espacios intermedios y ensaya en ellos la inagotable potencialidad del vacío. Fantasea las formas de todo aquello que falta donde nada hay. Contemplándolo, comprendemos lo que Duchamp veía en el arte de Alexander Calder; “La sublimación de un árbol en el viento”.
La potencialidad de la nada es infinita, y si Bergson llevaba razón y la duración diferencia al juego estético quizá hayamos encontrado uno de los motivos del desvanecimiento del objeto artístico. Duchamp ya ha apuntado en su definición del arte de Calder, que este es un desvanecimiento por sublimación, entendida esta como el proceso físico por el cual una materia pasa directamente de su estado sólido a su estado gaseoso. Vapor de agua.

1 Comments:

Blogger competencia publicitaria said...

muy buerno y muy buena foto esnerio
www.competenciapublicitaria.blogspot.com

6:49 PM  

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